La formación humana como objeto de Estudio de la Pedagogía

Dra. Gladys Yolanda Becerra T.

Profesora de la Universidad de Los Andes – Táchira

Fecha de publicación: 25/05/2024

La formación humana se concibe como proceso mediante el cual las personas elevan sus niveles de pensamiento a otros más complejos, adquieren las herramientas para desenvolverse en un contexto determinado y para asumir su vida en forma consciente y libre. Es un proceso que permite el desarrollo de la personalidad en todos sus aspectos y reconoce en los otros la posibilidad también de potenciar y alcanzar su propio desarrollo.

Asumida de esta manera, la formación humana pasa a ser la categoría articuladora del discurso pedagógico que, Según Flórez (1994), coincide con las mismas dimensiones que reconocen los científicos en el eje de la evolución de la naturaleza y la vida humana, como son: la universalidad, la autonomía, la inteligencia y la fraternidad. La primera permite a los seres humanos compartir con culturas presentes y pasadas; la segunda, se refiere al desarrollo del sentido de interdependencia de los hombres y mujeres a los agentes externos, alcanzando un alto grado de autodeterminación; la tercera, tiene relación con el  desarrollo de la capacidad para procesar información y auto transformarse y, la cuarta, refiere la capacidad de reconocer en los demás la misma capacidad para el desarrollo de la racionalidad, aun cuando sean diferentes. Esto forma parte de la fundamentación y sistematización del campo conceptual de la Pedagogía.

Igualmente, Flórez (1994), en aras de continuar con ese proceso de sistematización del campo conceptual de la pedagogía, refiere que el concepto de formación, como eje articulador del discurso pedagógico, cumple tres condiciones:

  • La antropológica, que describe el proceso formativo en las dimensiones principales, las cuales hemos mencionado en el anterior párrafo.
  • La teleológica, porque el fin de la Pedagogía es la razón, elevar los niveles de pensamiento en el ser humano.
  • La metodológica, en el sentido que potencia la actividad investigadora, indagadora, con la intención de aportar estrategias efectivas que desarrollen procesos reales de enseñanza, gestión educativa, curriculares, entre otras.

Este planteamiento sobre la formación humana, como objeto de la Pedagogía también encuentra asidero en el aporte de autores como García C.,J. y García del DD., A. (1996) cuando escriben “el conocimiento implicado en la acción de formación y el conocimiento sobre el proceso de formación constituye el campo de conocimiento de la Pedagogía” (p. 127).

Por su parte, Álvarez (1999), en un esfuerzo de clarificación y precisión epistémica, propone a la educación, instrucción y desarrollo como dimensiones propias del concepto de formación como objeto de estudio de la pedagogía.   Son tres categorías que, relacionadas dialécticamente en una tríada, forman parte de un mismo proceso. Ello quiere decir, que una no se puede concretar sin relacionarse con las demás.  En este sentido, las define de la siguiente forma:

  1. La educación, se concibe, como el proceso y resultado que desarrolla la capacidad de asimilación del conocimiento necesario en el desenvolvimiento cabal dentro de un contexto.
  2. La instrucción, es definida como proceso y resultado que se da en la formación para el trabajo.
  3. El desarrollo, asumido como dimensión formativa, alude el proceso y resultado que les permite a los individuos desarrollar al máximo sus facultades físicas y espirituales.

Esta postura es retomada por trabajos más actuales como el de Olivé y Finalés (2015) cuando precisan que el proceso formativo ha sido considerado por algunos autores como el objeto de la Pedagogía y categoría a definir en primera instancia en el marco conceptual de esta ciencia.

Además, la formación humana como categoría que unifica el discurso pedagógico ha permitido la formulación de unos criterios de elegibilidad criterios de elegibilidad pedagógica, propuestos por Flórez (2004), los cuales permiten diferenciar una teoría pedagógica de otra que no lo es, o incluso de una que resulte antipedagógica.  Estos son:

  • Definición del ser humano que se pretende formar; ésta sería la meta esencial de la formación humana, la cual, generalmente, surge de las necesidades socio históricas de los contextos ¿Qué tipo de hombre se quiere formar?
  • Caracterización del proceso de formación humana en el desarrollo de las dimensiones que constituyen este proceso ¿Cómo se forma ese hombre y mujer que requiere la sociedad para este momento?
  • Descripción del tipo de experiencias educativas que hacen posible la formación de ese ser humano que aspira la sociedad. ¿Cuáles son las prácticas idóneas para concretar el proceso formativo de esos ciudadanos y ciudadanas que requiere el contexto?
  • Descripción de las regulaciones que promueven la interacción docente – estudiante con la visión de concretar las metas formativas que se tengan. Es decir, de acuerdo al tipo de hombre que se quiere formar ¿Cómo debe ser la interacción profesor – estudiante?
  • Descripción y prescripción de métodos y técnicas de enseñanza, aprendizaje, diseño curricular, gestión educativa, utilizables en las prácticas educativas como modelos de acción efectivos y pertinentes para concretar la formación de los hombres y mujeres que están planteados.  Se respondería entonces a la siguiente interrogante ¿Qué técnicas y métodos favorecen la formación del tipo de hombres y mujeres que se aspiran a formar?

Igualmente, Flórez (1994), en el proceso de sistematización de campo de la Pedagogía, propone tres razones fundamentales para la construcción permanente de su validez, que son:

  1. Toda estrategia, actividad, diseño u acción educativa es válida si responde a las siguientes inquietudes: ¿Contribuye a la formación humana? ¿Cómo contribuye a la formación humana?
  2. Cada diseño, currículo y acción educativa puede ser recontextualizada del todo a la parte y de la parte al todo, lo cual implica la comprensión de fenómeno del hecho educativo, analizado desde tres globalidades: la formación integral del estudiante, el entorno de la vida del estudiante y, el marco teórico que lo inspira.
  3. Si dilucida la relación teoría práctica, cuya revisión es constante en la Pedagogía, pues, cuando una acción formativa diseñada y configurada sistemáticamente fracasa, sufre el marco conceptual que la inspiró. Se aclara que se trata de acciones sometidas a estudio metódico, no se incluyen aquí las actividades cotidianas, ingenuas, desarrolladas intuitivamente por los docentes, pues ante su fracaso como lo dice Flórez  (1994), no sufre la Pedagogía sino los estudiantes.  Este criterio se refiere a las acciones sometidas a estudio ordenado y científico, planteadas a la luz de unos postulados teóricos.

A partir de la disertación que se ha hecho, sobre la formación humano como categoría articuladora del discurso pedagógico, se puede apreciar su importancia y estudio en la Pedagogía como ciencia transdisciplinar en constante construcción y reconstrucción.  Es necesario que los docentes construyan conocimiento sobre este saber tan fundamental y orientador de la práctica docente, la cual no puede ser meramente empírica, sino dirigida por un conjunto teórico que permita interpretar la acción del profesor y, así, hacer praxis pedagógica, que es la reflexión sobre la acción, en aras de enriquecer el discurso y saber pedagógico.

Referencias Bibliográficas

Álvarez de Z., C. (1999). Didáctica.  La escuela en la vida. La Habana: pueblo y Educación.

Flórez O., R. (1994).  Hacia una Pedagogía del Conocimiento. Bogotá: MacGrawHill.

García C., J. y García del DD., A. (1996). Teoría de la Educación. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.

Olivé I., M. A. y Finalés H., R. (2015). La pedagogía como ciencia. Hacia una definición de su objeto de estudio. Atlante. Cuadernos de Educación y Desarrollo. Disponible en: https://www.eumed.net/rev/atlante/2015/10/pedagogia.html. Consulta: 26/07/2023

 

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