Autor: Dra. Gladys Yolanda Becerra Torres
Profesora de la Universidad de Los Andes.
Fecha de Publicación: 17/05/2024
Cuando se habla del docente como profesional, es importante referir los saberes que él debe tener: ¿Qué conceptos es menester que maneje con claridad? En ese andar sobre la Pedagogía, he llegado a la conclusión que un docente debe tener claro un conjunto de conceptos e ideas, un cuerpo de conocimientos que den claridad a su hacer. En otros términos, debe construir una teoría, pues como titulaban un artículo Karmiloff e Inhelder (1981), “si quieres avanzar hazte con una teoría”, es un postulado que aún sigue muy vigente. Lo importante es que la teoría construida y orientadora de la práctica pedagógica, que en este caso es la que nos compete, sea producto de un proceso de sistematización; sea el resultado de la lectura de la realidad, a partir de la lectura de la palabra y viceversa, como lo refiere Freire (2004), quien además acota que no hay práctica sin teoría, ni teoría sin práctica. Es decir, se aspira que la teoría construida por el profesor no sea fundada solo en sus creencias y pensamientos meramente empíricos, al margen de los aportes de la ciencia. La idea es que a través del estudio se aprehenda la realidad, se des oculte, se interprete y, se enriquezca, a su vez, el conocimiento pedagógico con los aportes, producto de la praxis pedagógica, que no es otra cosa que la reflexión sobre la práctica.
En atención a lo expuesto, considero que un docente debe tener diafanidad en cuanto a:
- Qué es educación y apropiarse de un marco filosófico y ético al respecto.
- Qué es la Pedagogía y cuál es su campo conceptual
- Qué es la Didáctica, el proceso de enseñanza y su caracterización
- En qué consiste la formación humana y qué implicaciones tiene en el discurso pedagógico
- Qué es el aprendizaje y cómo aprende el que aprende; qué aspectos están imbricados en el proceso de aprender. Cómo funcionan en el mismo las emociones.
- Qué es el currículo y cuál es su importancia en el proceso de la formación humana e incluso, en el proceso de evaluación educativa.
- Qué es la organización educativa, la escuela, el sistema educativo, entre otras cosas.
Del concepto o ideas que el docente tenga de los aspectos, antes mencionados, depende, en gran medida, el planteamiento de su acción educativa y formadora. Además, la apropiación o dominio de un marco conceptual, repercute directamente en su comportamiento, en consecuencia, comienza a verse y, a ser visto, como un intelectual. A asumirse como tal. Esto es bien interesante, porque aprende a ver su trabajo desde una dimensión distinta a la de ser solo un mero asalariado y puede repercutir en la mejora del status docente. Si el personal docente rescata su intelectualidad hay gran posibilidad que recobre aquella autoridad perdida, lo cual se aprecia en el poco valor que, en el mundo en general, tiene el rol docente, a pesar que, todas las profesiones dependen profesor; todos para ser lo que somos: profesores, médicos, filósofos, sociólogos, antropólogos, astronautas, físicos, administradores, ingenieros, arquitectos…en fin…Todos los profesionales, en gran parte de la vida, estuvimos bajo la labor de un docente.
Muchos son los autores que han reflexionado sobre la desvalorización de trabajo docente, que en parte tiene su asidero en el principio de educatividad. Ahora bien, si es verdad que las personas somos seres sociales y esa condición pues hace que todos tengamos la posibilidad de ejercer influencia en otros y, que existen personas que desarrollan esta aptitud más que otras. Más eso no hace que todos adquiramos la condición de ser docentes, profesores. Una cosa es ser cuidadores de niños, por ejemplo, otra muy diferente ser profesores. Es muy diferente a la enseñanza de la madre o de los pares, a la enseñanza como actividad profesional de un docente. Y este es el tema. Cuando un cirujano no puede asistir a realizar la intervención, no llaman la enfermera para que ejerza esa función; menos al camillero. Llaman a un profesional de la misma competencia o se suspende la cirugía. Los mismo debe ser válido para la docencia, porque se trabaja con la vida espiritual de las personas.
Los profesores tienen que estar claros que la educación es un proceso histórico social y humanizante, pues se particulariza en las condiciones del momento. Por ejemplo, en el siglo XXI una caracterización es el acceso a la información. No movemos en mares de información y océanos de ignorancia e incertidumbre. El conocimiento tiene caducidad rápida y, por tanto, es volátil. Está comprobado que se potencia en el cerebro, en la mente de las personas. Por eso es producto de una construcción mental. Solo este conjunto de ideas expuestas, ya nos induce a pensar que, si se asume la educación como un proceso de apropiación cultural, el mismo es muy diferente al que se desarrolló en la era industrial, cuando se estudió por libros impresos y que los medios de comunicación fueron el periódico, la radio y la televisión. Esos medios todavía existen, pero la gran invención en la comunicación de este tercer milenio es, hasta el momento, el internet, el cual permite que la información llega en presentaciones, textuales, visuales, auditivas, a los lugares más recónditos. El planeta tierra quedó convertido en una aldea global, interconectado y se superaron las distancias.
Este hecho expuesto, particulariza a la Educación entendida en sentido amplio, porque no se educa solamente en la institución escolar, se adquiere cultura en la casa, en el barrio, en la iglesia, con los pares, en todas partes. Entonces, en la era actual, adjetivada de la información y el conocimiento, la Educación adquiere una particularización muy especial y requiere un trabajo pedagógico que se ponga a tono con los nuevos tiempos, pues el persistir con concepciones de enseñanza caducas, basadas en que enseñar es transmitir conocimientos, se ha desencadenado, una cultura, al menos en nuestro contexto del corte y pegue, que demanda, reflexión por parte del profesorado, pues de esta forma, no cumplimos con nuestro rol formativo, porque no se están creando la condiciones para que el estudiante construya conocimiento, sino para que ubique información, que poco procesa o comprende.
El reto del profesorado es grande. La situación de pandemia al menos destacó, la importancia del docente y de la institución educativa, en el proceso formativo de las nuevas generaciones. Quedó evidenciado que recursos como el internet y las plataformas virtuales, per se, no hacen el trabajo. Los padres hicimos la función de maestros y nos dimos cuenta, lo necesario de este profesional en la vida. Fueron los profesores quienes dirigieron el proceso a distancia o de forma virtual; administraron el currículo, diseñaron las actividades, que nuestros hijos desarrollaron con nuestra ayuda en casa; evaluaron e hicieron la retroalimentación respectiva por cada estudiante. Ante el mundo quedó demostrado lo imprescindible que es esta profesión. Es lamentable, que esa experiencia, no haya hecho reflexionar al mundo, de la política en general, para revalorizar la función docente.
No obstante, el mundo no para. Seguimos pensando y reflexionando sobre el profesorado su función y sus saberes. Seguramente, aquí apenas inicia la reflexión. Quizás este, constituya apenas, el inicio y se requieran muchos posts para continuar compartiendo ideas sobre el saber docente, que redunde en el rescate del estatus de esta profesión tan digna y necesaria en Venezuela y el mundo.
Referencia Bibliográficas
Freire, P. (2004) Pedagogía de la Autonomía: México Siglo XXI.
Karmiloff, A. e Inhelder, B. (1981). “Si quieres avanzar hazte con una teoría” Infancia y Aprendizaje. (13). 65-88.