Fecha de publicación: 08/08/2024
El presente escrito tiene como propósito más general disertar sobre la Educación como proceso social y su pertinencia en la Modernidad. Es decir, se intentará a través del análisis hermenéutico esencialmente, definir y caracterizar este proyecto civilizatorio y destacar el rol de la educación en el mismo.
En primer lugar, hay que señalar que la educación como proceso histórico, tiene sus particularidades, acordes al momento en el cual se concreta, por la relación dialéctica que se genera con y en el contexto. En este sentido, la educación es considerada un proceso de apropiación cultural, que, como dice el gran maestro Prieto Figueroa (1990) permite la pervivencia de los pueblos. No obstante, a la vez que la educación cumple esa función transmisora, también es un proceso movilizador de cambios y transformación, inherente a la condición del hombre como poseedor de curiosidad, punto de partida de la construcción de conocimiento novedoso.
La Modernidad ha sido definida por diversos autores como un proyecto asociado al ideal de progreso, que se fundamenta en los ideales de justicia, paz y felicidad, pues con la ciencia y la verdad al servicio del hombre, éste solucionaba todos sus problemas. Emerge la razón al servicio de la sociedad, para solucionar los grandes problemas de la humanidad y que el ser humano alcance la suprema felicidad. Se propone una racionalidad universalmente válida y absoluta, expresada en el conocimiento científico, la cual constituye la luz que permite superar la ignorancia, la pobreza, el despotismo y, de esa manera, el hombre alcanzaría la felicidad y el bienestar social. (Gervilla, 1993).
Hay quienes consideran que la Modernidad surge a partir del renacimiento cuando la física se separa de la filosofía, entrando en crisis la filosofía cristiana. Se descubren las leyes de la naturaleza que llegan a expresarse matemáticamente. De ahí que se asuma como un movimiento orientado al dominio de la naturaleza y la dilucidación de sus secretos. Se dice que se trata de una concepción cuyas premisas se remontan a Newton quien, a partir del mecanicismo, crea una cosmovisión según la cual mundo es concebido como una máquina. A partir de las ideas de este físico y de los aportes de Descartes se erige lo que se ha conocido como la razón autónoma, independiente de Dios, que se caracteriza por ser instrumental, objetiva, dominada por los técnicos y científicos.
La Modernidad aparece como una revolución cultural, pues además de ser el hombre centro del pensamiento, la máquina a vapor aparece como símbolo de progreso y medio de lucro, se instauración el sistema de producción capitalista y se gestan en el mundo cambios políticos. Emerge el sistema democrático y las estructuras jerárquicas monárquicas se transforman hacia la representatividad. Surgen lemas como los derechos humanos y el feminismo, catalogado como uno de los logros importantes del proyecto de la modernidad. La mujer se incorpora al trabajo productivo, a los negocios y a la política. Se impone la ética de la obediencia, pues el ser humano, en la nueva realidad, tiene como única alternativa, la obediencia a su superior inmediato y el cumplimiento del deber lo conduce a su autorrealización. Por ello el sujeto moderno es un sujeto disciplinado, protagonista de su historia y formulados de utopías realizables. Si cumple sus deberes disciplinada y mecánicamente, logrará sus metas y propósitos. (Hurtado y Toro,1998)
En el proyecto moderno la sociedad se desprende de la hegemonía de Dios y la historia abandona lo cronológico, pero adquiere un sentido lineal; pasa a ser una sucesión de momentos superados, relacionados por un hilo conductor que les da sentido, el cual no viene dado desde fuera, ni es historia de salvación, sino se descubre en cada momento, en cada novedad. (Gervilla, 1993). En este sentido, Barrera (2023) precisa que la Modernidad busca sustituir la autoridad religiosa por una nueva, fundada en la ciencia y en la razón.
De ahí que, una de las perspectivas más importantes lo constituye el positivismo, el cual considera como conocimiento verdadero al científico y a través del mismo, se consolida la razón como autoridad y emerge la especialización. Se da el auge de la cientificidad. El saber se atomiza, se parcela y la realidad es estudiada por partes. El conocimiento es fundamentado en hechos. La experiencia se constituye en la fuente principal de conocimientos. Las verdades son observables y comprobables, a partir de la existencia de una neutralidad valorativa, garante de la objetividad. Así, el hombre que se apropia de un saber científico, adquiere la posibilidad de movilidad social y progresivamente adquiere la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida.
Según Hurtado y Toro (1998) una de las características de la modernidad es el discurso cuantitativo, objetivo, centrado en las categorías que permiten convertir una cosa en objeto cognoscente, como son: espacio, tiempo y masa, pues estas son las condiciones desde las cuales puede ser estudiado científicamente un objeto, al poder ser objetivado, porque puede cuantificarse y verificarse. Desde esta óptica lo social pasa a ser estudiado desde el dominio de las ciencias naturales y físicas como una realidad objetiva. En consecuencia, lo natural y lo social se rigen por las mismas leyes universales y pueden ser estudiados ambos, con los mismos métodos.
Como se aprecia, la Modernidad se estructura con base al modelo cientificista, ya no controlado por el clero, sino por la figura del Estado como garante del bienestar social dentro de un nuevo sistema de producción y organización económica como es el capitalismo. Tal concepción va a repercutir directamente en la educación como proceso de apropiación cultural, pues el conocimiento deja de ser iluminado por Dios y es el producto de la actividad de investigación científica. Como lo precisa Segovia (2020): “La Modernidad es, entonces, el elogio de la razón emancipada, liberada, autónoma y autodeterminada.” (p.609).
El racionalismo se convierte en la columna vertebral de la modernidad; constituye una manera de ver el mundo, de pensarlo, más que conocerlo y la razón moderna es asumida como un “gran mecanismo productor de certidumbres y pensamientos objetivos, una máquina de cálculo y previsión que, objetivando, domina y vuelve productiva la naturaleza.” (Segovia, 2020, p. 611). Emergen nuevos ordenamientos de tipo: religioso, moral, jurídico y político. Aparece un nuevo sistema de valores y lemas como: conocer entonces es poder, pues el objeto existe, porque el sujeto lo piensa; lo produce el pensamiento, de acuerdo al pensamiento.
El proyecto de la Modernidad se gesta en un tiempo y espacio; forma parte de la cultura del mundo occidental, que germinó, preponderantemente, en Europa. Y como proyecto social y como paradigma, va tener repercusiones directas en la Educación, pues la misma se estructura sobre el modelo cientificista. Así, emerge como premisa educativa, formar al hombre como ser libre, crítico, democrático, consustanciados con los valores sociales de libertad, justicia, equidad, entre otros. El fin último de la educación es buscar la realización personal mediante la apropiación del conocimiento científico, a través del cual tenía la posibilidad de dominar la naturaleza y dirigir su vida en forma consciente.
En ese afán de dominar la naturaleza, emerge la especialización y el saber científico se parcela, se atomiza; emergen diversidad de ciencias. La educación se orienta al estudio de las diversas ciencias y deviene en una actividad, repetitiva, libresca, reproductiva e ideologizante. Aparecen dos tipos de personas de interés educativo: los científico e intelectuales, quienes generan el conocimiento y, los estudiantes de la ciencia, quienes se transformaban en consumidores de conocimiento socialmente instituido, con la posibilidad de convertirse en científicos. Pero, ese ideal de hombre libre, crítico y democrático, quedó en letra muerta, porque el proceso educativo devino en un aprendizaje repetitivo, memorístico, pues el conocimiento quedó normativizado y todos tenían que aprende la verdad.
En la Modernidad la concepción del conocimiento científico y progreso van de la mano y, supuestamente, estarían al servicio del bienestar social. La educación, por ende, se enfoca en la racionalidad, la estandarización y la especialización; se centra en el razonamiento lógico y científico, con énfasis en el desarrollo de habilidades técnicas y cognitivas. En consecuencia, se establecieron sistemas educativos estandarizados para garantizar que todos los estudiantes adquirieran el mismo conjunto de conocimientos y habilidades, con un énfasis en la uniformidad y la eficiencia. Se crearon instituciones educativas específicas para áreas de estudio particulares, dando lugar a una mayor diferenciación y segmentación del conocimiento.
En la modernidad se democratiza la escuela, pues se necesita obra calificada para atender el aparato industrial. La posibilidad de apropiación del conocimiento da movilidad social. Quien asiste a la escuela, al liceo, a la universidad adquiere el conocimiento científico y se prepara para desenvolverse de manera eficiente en el contexto. En este marco el docente surge como un dador de conocimientos. El profesorado adquiere un carácter instrumentalista, de informador o transmisor. La enseñanza se mecanizó y al estudiante se le asigna el rol de receptor de conocimiento científico. Surge el currículo como un conjunto de saberes aislados, centrado más en hechos y fechas que en principios, sin tener vinculación entre ellos, creando una visión desarticulada del mundo. La ciencia se estudia, generalmente, como algo lejano e inalcanzable por el estudiante; algo que solo los muy inteligentes pueden desarrollar y, por tanto, es algo lejano a la sociedad.
Con el tiempo el proyecto se desvirtuó; en su versión más funcionalista, la educación estuvo al servicio de la democracia burguesa y del desarrollo del sistema capitalista. Como lo precisa Tahull (2016) la educación que se interpreta como un instrumento de cambio, progreso y mejora social, en la realidad, no se logró; para algunos autores, la Modernidad se constituyó en un proyecto inacabado que devino en una realidad muy distinta a la aspirada en su génesis. Más que consolidar los valores de justicia, paz, fraternidad, solidaridad, igualdad, el progreso fue utilizado para la destrucción de la vida y del mismo planeta. Se generaron diferencias sociales abismales, ejemplo de ello: el norte y el sur. Unos pocos disfrutan del usufructo del progreso, mientras el 80% de la población mundial, queda en condiciones de pobreza. La educación se tornó esencialmente repetitiva y sumergida en consumo de información y, con el tiempo dejó de ser instrumento de movilidad social. Entonces, la modernidad pasó a ser un proyecto controversial, agotado, pues como lo puntualiza Nevado (2019) “La modernidad son los proyectos emancipadores y “las luces”, pero también son los campos de concentración y el imperialismo.” Se pudiera decir, que la modernidad se agotó, sin alcanzar su cometido: alcanzar la máxima felicidad de la humanidad.
Referencias Bibliográficas
Barrera, J. (2023). La educación y la modernidad. Medio Mundo. Disponible en: https://mediomundo.uy/contenido/5906/la-educacion-y-la-modernidad. Consulta: 07/03/2024.
Gervilla, E. (1993). Postmodernidad y Educación. Valores y cultura de los jóvenes. Madrid: Dykinson.
Hurtado L., I. y Toro G., J. (1998). Paradigmas y Métodos de Investigación. Valencia: Epísteme.
Nevado E., J.L. (2019). Pero, ¿Qué es la posmodernidad? Disponible en: https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/pero-que-es-la-posmodernidad. Consulta: 07/03/2024.
Prieto F., L. (1990). Principios Generales de la Educación. Caracas: Monte Ávila Editores.
Segovia, J. F. (2020). ¿Qué es la Modernidad? Verbo. (587-588). Disponible: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/143088. Consulta: 06/03/2024
Taull, J. (2016). Modernidad, educación y género. El proyecto inacabado. Revista interamericana de educación, pedagogía y estudios culturales.9 (2). 159-178. Disponible en: file:///C:/Users/USUARIO/Downloads/cangulomuoz,+Gestor_a+de+la+revista,+09++El+proyecto+inacabado+.pdf Consulta: 06/03/2024
Cómo referir este artículo: Acevedo C., F. A. y Becerra T., G.Y. (2024). La educación en la Modernidad: un proyecto inconcluso. En Pedagogía. Club. Disponible: https://pedagogia.club/conceptos-fundamentales/la-educacion-en-la-modernidad-un-proyecto-inconcluso/.